Teoría del Marco Relacional




La Teoría del Marco Relacional propone un nuevo enfoque en la investigación básica sobre conducta, cognición y lenguaje humano.

Tanto ACT como otros procedimientos clínicos parten de esta teoría, y tienen como aplicación establecer un cambio en los objetos de estudio según los datos de investigación básica.

Concretamente, ACT apunta a los procesos lingüísticos que han demostrado controlar la conducta humana, según los hallazgos de la RFT en el laboratorio.

El núcleo principal de la RFT lo forma la premisa de que los seres humanos aprendemos a relacionar eventos bajo control contextual arbitrario. 

Por poner un ejemplo, cualquier ser no humano puede aprender a diferenciar entre dos objetos, uno mayor y otro menor, en función de su tamaño, lo cual resulta no arbitrario, ya que la diferencia obedece a la forma física, sensorial, de los objetos. 

En el caso de los humanos, podemos enseñarle a un niño que un billete tiene un valor inferior a una moneda, y el niño podrá juzgar que el billete es mayor que la moneda, y ese juicio será arbitrario, porque no obedece a las propiedades físicas de los objetos. 

En relación a la conducta verbal, en RFT debe cumplir tres propiedades principales: relación mutua, relación combinatoria y función de transformación estimular. 


- Vinculación mutua: también llamada función de equivalencia, ocurre cuando establecemos que A es menor que B. Este conocimiento nos permite, a su vez, conocer la relación inversa, es decir, de B en función de A. 


- Vinculación combinatoria: también llamada función de combinación, ocurre cuando se mezclan funciones de equivalencia. Podemos decir que Fran es más fuerte que Rocío, y que Rocío es más fuerte que Laura, por lo que sabemos que Fran es más fuerte que Laura aunque formalmente no hayan sido comparados (sólo lo fue Fran con Rocío, y Rocío con Laura, pero no hace falta expresar “Fran es más fuerte que Laura” para que lo sepamos).


- Transformación de las funciones estimulares: dadas las relaciones anteriores, surge automáticamente la tercera. Si cambiamos el contexto, por semejanza estimular, podemos derivar que Laura es la peor persona para mover muebles (contexto diferente al anterior de “ser fuerte”).



Al conjunto de las tres propiedades se le llama “marco relacional”. Lo que hace que la RFT sea interesante desde el punto de vista clínico es que la función de uno de los miembros de la red relacional puede alterar la función de los otros miembros.

Pongamos el caso de un chico joven que de pequeño quedó atrapado en un arcón de madera durante algunas horas, y pasó miedo, hambre y frío. Algo de esa ansiedad y miedo pueden transformar la función de estímulos arbitrariamente similares en años posteriores, como un ascensor o una clase de la facultad. En este caso, lo que importa no es el parecido sensorial o físico, sino el parecido funcional o contextual, es decir, la derivación de funciones establecida de forma arbitraria.

Desde pequeños, aprendemos un enorme número de marcos relacionales y adquirimos un montón de reglas sobre ellos. Desde marcos de coordinación o igualdad, diferenciación, oposición, hasta los más complejos de tiempo, causa, jerarquía y comparación. Marcos deícticos como aquí-allí o yo-tú establecen un sentido del yo o de perspectiva. Estas redes relacionales son construidas y utilizadas a partir de analogías, historias, metáforas y reglas. 

Tareas de resolución de problemas usan marcos de coordinación, jerarquía, tiempo o contingencia, y comparación (“porque X tiene Y características”, “si hago X entonces sucederá Y”). Las fórmulas verbales son usadas para tener el control de la gente: primero para tener beneficios concretos del que hace la regla (“pliance”), después para orientar a uno mismo hacia las contingencias del entorno (“tracking”), y por último para crear consecuencias abstractas y valores (“augmenting”).


Todo lo que se ha dicho arriba se ha probado y experimentado en numerosos y detallados estudios e investigaciones (Hayes, 2001). Las conclusiones que pueden extraerse son las siguientes:



· Los marcos relacionales son procesos de conducta aprendidos que constituyen un principio central en la organización de la experiencia humana. Dado esto, un modelo de psicoterapia debe involucrarse en ellos y llegar a cambiar sus funciones.

· Algunos de los déficits más comunes observados en nuestros clientes (dificultad a la hora de resolver problemas, déficit de tolerancia emocional, impulsividad) son debidos a déficits o problemas en los repertorios relacionales.

· Los marcos relaciones tienden a determinar a otras formas de regulación conductual como las basadas en contingencias o las moldeadas directamente por experiencias. Esto es debido al poder que se da, en general, al uso de las funciones lingüísticas en la sociedad occidental.

· Conforme se desarrolla nuestro repertorio verbal, tendemos a tratar las transformaciones funcionales (basadas tan sólo en conocimiento o pensamiento, lenguaje) como si fueran directas (basadas en la experiencia directa). Las personas tienen dificultad a la hora de diferenciar entre funciones directas y funciones establecidas verbalmente, y por tanto fallan a la hora de darse cuenta de hasta qué punto viven en un mundo verbalmente transformado. Por ejemplo, pensar en beber un vaso lleno de nuestra propia saliva nos resulta altamente repugnante debido al pensamiento sobre ello, y no al hecho, ya que al día tragamos cantidades mucho más grandes de nuestra propia saliva.

· La naturaleza simbólica, temporal y evaluativa de los marcos relaciones hace difícil que los humanos contactemos con las experiencias directas del momento presente. La dominancia de los procesos verbales sobre otros recursos de regulación conductual (lo que se conoce como fusión cognitiva) puede hacer que una persona sea menos sensible a las respuestas del entorno, y puede hacerle más proclive a sufrir una patología.

· Las mismas propiedades que hacen que un marco relacional concreto sea útil para la supervivencia permiten también que suframos sin importar el aspecto directo de la experiencia o del entorno, y que suframos aún más al comparar la situación con el ideal o temer al futuro. Este efecto negativo no puede ser controlado eliminando las relacionales verbales que lo producen, dado que dichas relaciones son tremendamente necesarias para el funcionamiento humano.

· Dado que los humanos somos incapaces de controlar el dolor simplemente controlando la situación, frecuentemente nos centramos en la experiencia negativa en sí misma. El intento de controlar los eventos privados desagradables de la misma manera en que controlamos los eventos externos (a través de reglas verbales) muchas veces aumenta la intensidad, frecuencia o impacto de dichos eventos privados. Este proceso es una causa radical (como “raíz”) del sufrimiento humano en general y de psicopatología en particular.

· Las redes relacionales trabajan por adición, y no por sustracción, por lo que es difícil alterar el contenido de historias verbales mediante procedimientos clínicos. Por esta razón, enfocar la psicoterapia en cambiar contenidos resulta infructuoso en el caso de eventos privados indeseados.

· Mientras que la presencia de marcos relacionales y sus contenidos son difíciles de controlar, la función negativa de los marcos relacionales puede ser contextualmente controlada con bastante éxito, incluso cuando la red relacional negativa permanece intacta. No es necesario controlar, eliminar o evitar eventos enmarcados negativamente para cambiar sus funciones conductuales. Dicho de otra manera, a menudo es más importante centrarse en el contexto funcional (Cfunc) comparado con el contexto relacional específico (Crel) en el diseño de intervenciones clínicas eficaces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario